Últimos días en Hanoi
- María Verdú Aguilar
- 1 mar 2024
- 5 Min. de lectura
Con este título tan peliculero, que parece que lo van a protagonizar Charlton Heston y Ava Gardner (por nuestro parecido físico, podría ser), cerramos capítulo de Vietnam (por ahora, porque está en el aire la opción de volver más adelante) antes de saltar a Malasia.
Los últimos días en Hanoi fueron muy aprovechados... y angustiosos, porque todo empezó a cerrar debido a la Festividad del Tet, la celebración del nuevo año.
Impresiona ir viendo cómo una ciudad tan bulliciosa como Hanoi va paulatinamente quedándose en silencio, sin apenas gente y vehículos en la calle. No nos pudimos alegrar más de haber decidido (sin saberlo) irnos de Hanoi en estas fechas. La verdad es que lo hicimos pensando que habría mucha fiesta y follón, pero todo lo contrario. Hanoi cierra por su festividad más importante, dejando así una ciudad fantasma en la que da bajón estar. Al parecer, los vietnamitas lo celebran más de puertas adentro, en plan familiar. Se van todos a sus pueblos a reunirse con sus familias, cerrando su negocio durante toda una semana.

Por suerte, la parte turística de templos, pagodas, etc, se mantuvo abierta hasta el último día.
Empezamos nuestro periplo turista por la Pagoda del Pilar Único y el Mausoleo de Ho Chi Minh, que se encuentran pegados.

La Pagoda del Pilar Único es una curiosa construcción asentada sobre una gran columna en medio de un estanque (de ahí el nombre) a la que se accede por una escalera que asciende desde un lateral. Se trata de un templo budista histórico considerado como uno de los más icónicos.
Aparte de la singularidad de estar sustentado encima de una columna en mitad de un precioso estanque, destaca por la belleza de su simplicidad y por la atmósfera de paz que lo rodea, a pesar de la gran cantidad de turistas que nos acercamos a contemplarlo. Está rodeado de árboles frutales con pomelos del tamaño de pelotas de fútbol así como de multitud de flores y estatuas de budas rodeados de ofrendas y de pebeteros colmados de varillas de incienso humeantes.
En un anexo a la Pagoda se encuentra la residencia de los monjes custodios, también con pequeñas "capillas" ornamentadas donde realizan sus rezos a base de cánticos repetitivos mientras con una mano golpean rítmicamente un cuenco cuyo eco resuena por todo el recinto.
Ho Chi Minh, "semidiós" venerado por todo Vietnam, padre fundador del Vietnam moderno, artífice y símbolo de la resistencia de este pueblo contra el invasor, se encuentra embalsamado dentro un enorme mausoleo al más puro estilo soviético (de hecho, parece ser que cada año llevan su cuerpo a Moscú para que le den un repaso a su embalsamamiento y darle una puesta a punto para su mejor conservación).
El mausoleo, vigilado por guardias a ambos lados de sus puertas, se encuentra enclavado en mitad de una gigantesca plaza en la que este hombre leyó la Declaración de Independencia en 1945 por la que establecía la República Democrática de Vietnam (Vietnam del Norte). Se trata de una explanada enorme llena de militares muy engalanados vigilando quietos e impertérritos el devenir de los turistas. Es todo una puesta en escena, con decenas de banderas soviéticas y de la República Socialista de Vietnam en altos mástiles y todo llenos de carteles de un color rojo muy vivo con letras amarillas con "frases-eslóganes" con muchos signos de admiración.

Empezó a caernos una ligera pero persistente lluvia, conocida en Vietnam como Xí Rí Mîr ì, pero como era nuestro último día en la ciudad, no nos amedrentamos y seguimos nuestro pateo turístico (a pesar de los murmullos de amotinamiento que se discernían por parte de los niños entre la llovizna).
Nos alegramos de haber decidido continuar la visita, porque si no, nos hubiéramos perdido uno de los templos que más nos han gustado: el Templo de Quán Thánh, templo taoísta del siglo XI, uno de los Cuatro Templos Sagrados de la capital, a orillas del Lago Oeste. Con multitud de altares y de "capillas", no perdimos oportunidad de aportar una pequeña donación para pedir por la buena marcha de los exámenes de Marcos y David al son de la campana que un monje tañía.

Camelando a los niños con la compra de un helado o similar, les convencimos para seguir nuestra ruta pasada por agua hasta la Pagoda de Tran Quoc, a unos escasos 10 minutos de este último templo.

Esta Pagoda de Tran Quoc se encuentra dentro del propio Lago Oeste, en una pequeña isla pegada a la orilla, y se trata del templo budista más antiguo de Hanoi (original del siglo VI - aunque en un primer momento fue construido en otro emplazamiento, a orillas del Río Rojo, y trasladado posteriormente a su enclave actual).
Lamentablemente, nos dieron con la puerta en las narices, literalmente. Fue llegar y ver cómo un conserje cerraba la puerta mirándonos con sonrisa maliciosa, pensando para sus adentros "qué guay tener tanto poder entre mis manos". Por suerte, la principal atracción del templo, su característica torre, es visible desde el exterior, así que alguna foto pudimos salvar.
Para finalizar, tras una caminata de unos 10 kilómetros (creo que los helados se quedaron en una promesa insuficiente), nos despedimos de esta llamativa ciudad contemplando desde la orilla del Lago Hoan Kiem (lago central del Barrio Antiguo) tanto el Templo Ngoc Son, con su inconfundible puente rojo pasión, como la Torre de la Tortuga, curiosa y pequeña construcción emblema de Hanoi, ubicada en el centro del lago (a la que no se puede acceder, salvo en barca). La tortuga, símbolo de la independencia y longevidad de todo el país, es uno de los cuatro animales sagrados junto con el ave fénix, el dragón y el unicornio.

Ahora toca hacer las maletas rápido para Malasia, que aquí cierran por vacaciones con el inicio del Nuevo Año.
Hablando del inicio del Nuevo Año en Vietnam, hay por estas tierras una curiosa manera de contar la edad que ha afectado de pleno a María, que aún no se ha recuperado del disgusto al saber que para los vietnamitas no estaba celebrando sus 43 primaveras, sino su 44º cumpleaños y que al día siguiente se levantaría con 45 tacos (¿Cómorrrr?).
Al parecer, según la manera tradicional vietnamita de calcular la edad, el bebé ya nace con 1 año, por lo que al año siguiente, en lugar de celebrar su primer cumpleaños, coloca dos velitas en la tarta. De ahí que María se haya enterado que no cumple 43, sino 44. Y no solo se queda ahí la impertinencia: al parecer, no cuenta el día en el que naces, sino el año, así que en cuanto empieza el nuevo año, todo el mundo se añade un año a su edad (vaya lío).
María ha sido el ejemplo extremo, al cumplir un 9 de febrero, cuando el nuevo año comenzó al día siguiente, el 10. El 9 de febrero cumplió 44 (y no 43, por aquello de que ya nació con 1 año) y además, al día siguiente, cumplía un año más al empezar el nuevo año. ¡Tatatachán! ¡Ni Juan Tamariz! Esta gente te hace aparecer años de la nada. Así no es de extrañar que los asiáticos batan los récords de longevidad.
Os habéis pateado Hanoi más que la mayoría de los turistas y, desde luego, le habéis sacado mucho más partido a vuestra estancia. Para los niños, y para los padres , toda una experiencia.
Esa forma de contar los años era propia también de los pueblos semitas y del mundo antiguo en general. Tener en cuenta que el concepto del 0 (cero) no era conocido. Por eso, por ejemplo, en los Evangelios, cuando se dice que "resucitó al tercer día " se cuenta como primer día el propio Viernes Santo. Bueno, perdonar esta digresión del Abuelo Cebolleta, ja, jaja
En espera de las próximas entregas del blog, siempre tan interesantes.