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Nuestro Buenos Aires querido. Lección de economía

  • Foto del escritor: Diego García García
    Diego García García
  • 22 sept 2023
  • 5 Min. de lectura

Volvemos a Buenos Aires, 12 años después de nuestro viaje de novios, esta vez cargados con dos churumbeles bajo nuestras faldas. Y sigue estando igual de bonita que siempre. Sabemos que hay muchas caras de esta ciudad, algunas poco amables, pero lo que son el centro y el circuito turístico, son una maravilla. En ocasiones puedes tener la impresión de estar recorriendo París con sus edificios impresionantes y ornamentados o la Gran Vía madrileña cuando recorres Corrientes con sus teatros, cines y espectáculos con sus rótulos luminosos.


Llevamos ya una semana y estamos bastante aclimatados. Es fácil aclimatarse a esta ciudad, hermana en lengua y cultura. Aunque bueno, ojo, que las diferencias de expresiones están ahí, no vaya a haber malentendidos. Empleamos la misma lengua, sí y no, que a veces hacen falta aclaraciones para evitar malentendidos idiomáticos. A modo de ejemplo: un español no entiende que su amigo argentino le explique entusiasmado que acaba de ver "un colectivo de minas", pues el español no comprende que cause tanta alteración encontrar un sindicato asturiano-leonés que luche por los derechos de los mineros, mientras que el argentino no comprende la poca ilusión que al español le hace ir a ver un autobús cargado de cheerleaders. Y como este ejemplo tonto, varias pequeñas diferencias que le dan vidilla a esto de la comunicación hispana.


En este tiempo ya hemos podido encontrar algún buen lugar para comer, que no es difícil aquí (o acá, como dirían ellos) porque tienen unas comidas ricas, ricas, muy gustosas. Lo raro es que no estén todos hechos una bola, porque la carne, el dulce, el café, etc está más que presente: choripanes, bife de chorizo, parrillada, milanesas (milangas), dulce de leche, alfajores... Menos mal que luego nos recorremos andando buena parte de Buenos Aires y así evitamos no poder embarcar de vuelta a España por sobrecarga de la aeronave.


Ya hemos hecho todo lo guiri que se puede hacer: Plaza de Mayo, Casa Rosada, Puerto Madero, Recoleta... Y nada decepciona. Realmente es un sitio con unos edificios increíbles, con muchas curiosidades, y, por el momento, con gente amable.


Una de esas curiosidades ha sido el tema del dinero, o de la "guita", como dicen acá, que te hacen pensar inmediatamente en una palabra muy de aquí, y que te surge espontáneamente en la cabeza: QUILOMBO.


El tema del cambio a pesos argentinos es curioso, y al principio te resulta algo difícil de entender, un "quilombo raruno" al que te tienes que adaptar.


Resulta que hay un cambio oficial de euros o dólares a pesos argentinos, que es mucho más bajo que si acudes con dinero en efectivo a una oficina de cambio. Había algo al principio que no nos cuadraba. Decían que los salarios no eran elevados en Argentina, pero sin embargo veíamos los productos muy caros al cambio oficial, que es el que utilizábamos usando la tarjeta de débito: 1 euro = 375 ARS.


Pero pronto empezamos a oír hablar del "dólar blue" (¿?) "¿Y eso quéh éh lo que eh?" Pues es un cambio que hacen fuera del circuito de los bancos oficiales en las casas de cambio, que resulta mucho más favorable para obtener pesos argentinos (ARS). Si en el banco o pagando con tarjeta te dan unos 350 ARS por 1$, si cambias dólares en efectivo en una casa de cambio te pueden dar hasta 720 ARS por cada dólar, es decir más del doble. Pero el lío no se acaba aquí. Había que ver la cara que se nos quedaba cuando en la casa de cambio nos explicaban con toda naturalidad que el cambio de dólares a pesos también depende del valor del billete de dólar. Por los billetes "pequeños" (de 1, 5, 10, 20 y 50 dólares) nos los cambiaban por 670 ARS. Y por lo billetes de 100$ nos daban 710 ARS por dólar. Vamos, que si tienes dos billetes de 50$ sacas menos pesos que con un billete de 100$. Misterios de la Argentina. Pero no solo eso, sino que hay tres tipos de billetes de 100$: dos de ellos tienen un cabezón de Benjamin Franklin, y esos son los "gordos", por los que mejor cambio te dan. Si resulta que tu billete de 100$ es del tercer tipo, de los de "cabeza chica" (literal), mala suerte, te aguantas, porque te van a dar el cambio igual que si fuera un billete pequeño de los de 5, 10, 20... etc.


Y todo esto nos lo explica la chica de la casa de cambios mirándonos como diciendo de dónde salen estas criaturas, como si nos estuviera explicando que para comer debes abrir primero la boca, luego introducir la comida para posteriormente masticarla.

Total, que te viene a la cabeza una de las palabras argentinas que mejor definen esto: "quilombo".


Todo esto implica que si pagas con tarjeta las cosas nos cuestan el doble al cambio que pagando en efectivo. Y, por si fuera poco, en muchos establecimientos te hacen un buen descuento (del 10 o del 15%) si pagas en efectivo ("si pagás con guita").


El objetivo estaba claro: conseguir euros en efectivo. Habíamos venido con menos y nada en efectivo, pensando que sería más seguro y que incluso obtendríamos mejor cambio haciendo los pagos con tarjeta. ¿Pero cómo hacer que esos millones de euros que desbordan nuestra cuenta bancaria se convirtieran en billetitos de los que les gusta a las casas de cambio? Esto no es nada fácil, porque aquí no suelta nadie ni euros ni dólares ni por asomo. Incluso para conseguir pesos en efectivo no siempre es fácil, pues muchas casas de cambio sólo aceptan ingresos, y a la hora de retirar dicen, y no una ni dos, "no hay sistema", echando la culpa a la informática, que es más fácil.


Menos mal que María es mujer de recursos y pudo encontrar una oficina de la Western Union en la calle Vidt (cerca del subte Bulnes) con buenas referencias, bien ubicada y seria, en la que hemos podido hacer pagos en euros y recogerlos en pesos a un estupendo cambio, con lo cual el coste de vida en Buenos Aires ha pasado a ser la mitad desde entonces. El coste de vida ha pasado a la mitad, pero el abultamiento de nuestra billetera se ha multiplicado por diez, que parecemos unos narcos de película, sacando fajazos liados con una banda elástica que abultan como puños para pagar.... dos barras de pan. Lamentablemente, la inflación es tan galopante en este país, que los valores de los billetes se han quedado en nada, y para cualquier pago tienes que soltar un buen número de billetes (ver imagen de lo que que abultan 100 euros en billetes de 100 pesos).

Y con esto pongo fin a la lección de Economía argentina 1.


Seguiremos informando.

4 commentaires


María Verdú Aguilar
María Verdú Aguilar
26 sept. 2023

Algo de guita llevamos, pero no tanta como para pagar prácticamente todo en efectivo!!

De todo se aprende, y nos tuvimos que buscar las castañas....


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Joaquin García
Joaquin García
23 sept. 2023

Que bien, en que poco tiempo ya estáis manejando la inflación como unos campeones. Ahora, ojo con andar por ahí con fajos de billetes, porque los van a confundir con narcotraficantes.


😂¡¡Vais a tener que invertir en un detector de billetes falsos!! Porque con la inflación, hasta los billetes falsos se devalúan.


Me gustaría que nos contaraís como os estáis adaptando en la parte de comunicaciones e Internet 😊


Disfrutar que son dos días.

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María Verdú Aguilar
María Verdú Aguilar
26 sept. 2023
En réponse à

Afortunadamente, respecto a las comunicaciones e Internet no estamos teniendo problema. Al llegar a Buenos Aires fuimos a una tienda de telefonía y adquirimos una tarjeta de datos por un mes que pudimos poner en el teléfono de Diego, así que, cuando estamos en la calle y necesitamos internet, tiramos de ahí.

En los alojamientos tenemos wifi en todos. Ha sido una prioridad al tener que hacer el cole online... 😅

Besos por allí!!

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José María Verdú
José María Verdú
22 sept. 2023

Ja, jaja! Creo recordar que os dijimos que llevarais guita.

Veo que la comida muy buena. Estáis disfrutando, que es lo importante.

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