top of page

Kiwis Fast and Furious

Seguimos en nuestra propia película americana años 50 a lo neozelandés, con grandes casas ajardinadas en las que dejan por las mañanas el periódico en los buzones, se hacen barbacoas los domingos tras el partido de críquet del niño y terminan las semanas con el sonido del camión de los helados anunciando dulce felicidad. Estamos viviendo en una mezcla de American Beauty y el Show de Truman.


Pero tanta perfección tiene que esconder algún oscuro defecto inconfesable que en algún momento tienen que sacar a la superficie. Y hemos descubierto cómo compensan tanta contención perfecta: con salvajes carreras de coches en circuitos cerrados tipo cuadrigas de Ben-Hur, en la que lo único que importa es salir victorioso (y si no puedes salir victorioso, al menos salir vivo).


Al lado de la playa, entre gaviotas que observan flipadas las tonterías que hacemos las personas, hay un "Speedway", un circuito de carreras ovalado de una longitud similar a la de una pista de atletismo, unos 400 metros así a ojo, en la que corren y se desfogan conductores amateurs que construyen y elaboran sus propios vehículos para competir en diferentes categorías. Desde cochazos enormes superpotentes de ruedas anchísimas, hasta cochecitos tipo karts, pero que compiten con igual furia y falta de piedad.


Al llegar con nuestro coche al Speedway, nos alegramos un montón de saber inglés, porque el camino se bifurcaba por un lado "To the Pit" y por otro "To the Parking". Encima "To the Pit" era el camino izquierdo, el que tomas por inercia en este país que conduce al revés. Pues "To the Pit" es el acceso directo a la pista de competición. Imagina meterte en un momento de despiste en esa jungla (nosotros en Madrid es lo que llamamos un lunes en la M-30).


Cuando accedimos a las gradas vimos que las dividían en "familiares", donde no se puede beber ni fumar, y el resto, donde ya te puedes desmadrar.


Nosotros, obviamente, nos sentamos en las "familiares"... hasta que comenzó la primera carrera. No sé quién es el lumbreras que ha puesto la grada familiar justo en la primera curva del circuito, donde los coches meten unos derrapes de flipar sobre la pista, que es de tierra, y salen despedidos miles de proyectiles de barro que impactan por toda la bancada familiar (con razón estaba vacía). Así que, intentando hacer una salida rápida pero digna, como si decidiéramos cambiarnos porque no nos gustaba la zona de sombra más que porque nos echaran a base de bolazos de barro, nos dirigimos a las gradas de alcohólicos y fumadores, que es preferible ver a un señor bebiendo una cerveza que intentar explicar al cirujano cómo te has hecho esa brecha en la cabeza.


Despreocupados e ignorantes en la grada familiar

Cuando comienza el espectáculo, te embarga tanto el espíritu Americano, con mayúsculas, a lo Texas Way, con la música rock n' roll, las hamburguesas y la cerveza, viendo coches competir salvajemente por ganar la carrera, sin piedad por los perdedores estampados contra las vallas, que casi, casi, terminas gritando "Yiiii haaaa!!!", mientras agitas tu sombrero vaquero.


Aparte del subidón de adrenalina, tiene un punto interesante la competición en el sentido de que cada conductor se curra la carrocería y la mecánica de su coche, dentro de unas mínimas características técnicas requeridas para competir en cada categoría. Y, aparte del amor por la mecánica y la velocidad, son conductores de primera que manejan el coche con tanta precisión y pericia como nosotros respiramos.




En lo que llevamos de tiempo de carretera por Nueva Zelanda hemos visto que existe una dedicación al cuidado y mantenimiento de coches clásicos, especialmente americanos (Chevrolet, Cadillac...). Se ven circulando en perfecto estado preciosos coches americanos de los años 50 y 60. Mi teoría es que, quizás, al ser una isla alejada del resto del mundo, tienen mucha pericia y tradición manteniendo vehículos, que en los primeros momentos eran costosos de importar, un bien escaso (insisto, no tenemos ni idea; es una teoría personal).


Mucha gente tiene al lado de sus casas grandes garajes con todo lo necesario para mantener y mejorar estos vehículos clásicos, medio hobby medio negocio. Nuestro vecino de al lado, por ejemplo, tiene un precioso Ford azul años 50 que debió comprar al mismísimo Don Draper en "Mad Men". Dispone de un garaje perfectamente ordenado y decorado con surtidores antiguos de gasolina, carteles con logos americanos de coches y de marcas relacionadas con el mundo del motor.


Otro vecino, un poco más alejado, tiene un precioso coche de gángster americano de la época de la Ley Seca. Ahora mismo lo tiene hecho polvo, casi chatarra, pero en buenas manos lo podrá reconvertir en una joya.



Estos conocimientos de mecánica nos hubieran venido muy bien el otro día, que nos dejó tirados el coche que nos han prestado. Menos mal que nos pilló de día, a buena hora, en un sitio civilizado, y pudimos pedir un taxi para volver a casa, que no estábamos lejos.


Lo dejamos bien aparcado y hoy nos ha acercado un amigo de los dueños de la casa con su coche para intentar arrancarlo. Aquí la gente es muy lanzada y sabe de todo, porque iba con toda seguridad con las pinzas de batería, que yo ya estaría mirando tutoriales de YouTube o preguntando a Google qué pinza se pone primero y dónde, y posiblemente terminaría fundiendo el coche del todo y haciendo chistes de gangosos con las pinzas puestas en la nariz.


Por suerte, no ha hecho falta poner de manifiesto mi total ignorancia en el mundo de la mecánica (toda esa parte de arreglar enchufes, poner a punto coches y alicatar el baño, ni idea. Me salté en la carrera la asignatura 3.1 Machotes Apañaos). El coche, como suele ocurrir en cuanto hay un mecánico presente, que se acojona y se cuadra, arrancó sin problemas, y he podido conducirlo sin más contratiempos hasta el garaje de casa.


¡¡Os queremos desear un felicísimo y estupendísimo 2024!!


Este año seremos de los primeros en comenzarlo (creo que las Samoa y alguna que otra isla oceánica entra antes, pero aparte de estos, NZ es de los primeros países en recibir el Año Nuevo). Así que ya os contaremos qué tal pinta el nuevo año. Mientras en España se levantan el domingo pensando qué ponerse para esa noche, nosotros estaremos ya con las uvas preparadas y los gorritos de fiesta puestos, esperando entender al Ramón García neozelandés al que le toque dar la bienvenida al año 2024 en Kiwi TV.



3 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

3 Comments


Elena M
Elena M
Jan 01

¡Feliz Año, familia! Me ha encantado esta entrada. Lo del cuidado de coches clásicos es un "clásico" en las islas y creo que tienes razón en el motivo.

A seguir disfrutando, chicos.


Like

José María Verdú
José María Verdú
Dec 31, 2023

¡Feliz Año Nuevo 2024 y disfrutad de vuestra estancia en NZ!

Like

José María Verdú
José María Verdú
Dec 31, 2023

¡Qué buen ambiente se respira en ese país, por lo menos en la Isla Sur! No me habría importado haber vivido all. Espacios infinitos, ambiente familiar y tranquilidad! Los kiwis son unos afortunados

Like
bottom of page