Sin darnos ni cuenta, hemos llegado prácticamente al final de nuestra estancia en Buenos Aires. Durante estos estupendos días, lo más interesante ha sido realizar ciertos recorridos o paseos por áreas o barrios determinados, cada cual muy distinto del otro. Aquí cada barrio tiene su propia personalidad.
Uno de esos paseos recomendados de Buenos Aires es una visita al Barrio de San Telmo, donde se pueden encontrar calles muy características de esta ciudad, un ambiente muy porteño, y el famoso Mercadillo de San Telmo, donde se puede comprar de todo y disfrutar de variados manjares o... ¡cruzarte con el choripán asesino! Pero vayamos por partes. Retrocedamos un poco en el tiempo.
Este paseo por San Telmo es muy fácil de hacer porque se trata de recorrer una sola calle, Defensa, desde la Plaza de Mayo (donde se encuentra la Catedral, el Cabildo y la Casa Rosada con un banderolo de Argentina tamaño similar al nuestro de la Plaza de Colón). Desde la Plaza de Mayo se baja por la calle Defensa hasta la Plaza Dorrego, en pleno corazón de San Telmo, donde los domingo se monta un mercadillo tipo Rastro para encontrar de todo.
En este paseo por Defensa encontramos algunas curiosidades:
En primer lugar, la farmacia de La Estrella, la más antigua de Argentina, que conserva la decoración y los muebles de épocas pasadas, tipo mármoles, frescos en el techo, los típicos botes de boticario muy ornamentados, una báscula en la que debió pesarse ya Carlos V. Yo no quise porque:
1) no quería arriesgarme a tener que pagar una báscula histórica y
2) tengo la ilusión de que con tanto paseo haya bajado algo de peso y no quiero que se me rompa una ilusión por una estúpida constatación con la realidad.
Muy recomendable asomarse al interior de esta farmacia, con cara de estar interesado en comprar aspirinas o tiritas, pero haciendo fotitos a escondidas. Los dependientes deben estar ya muy habituados, porque no nos dijeron nada, ni nos preguntaron siquiera si queríamos algo.
Más abajo de la calle Defensa, llegamos a uno de los grandes momentos: ¡el banco de Mafalda! Se supone que, según las tiras de Quino, Mafalda vivía en la Calle Chile 371 esquina con Defensa, así que ahí, con buen ojo turístico, han puesto una escultura de Mafalda sentada en un banco, acompañada por sus amigos Susana y Manolito. La cola para hacerse la foto es considerable, superior a la de cualquier Museo de Arte que te puedas encontrar por la ciudad, ahí lo dejo.
Tras saludar a Mafalda y asomarnos al portal 371 de la Calle Chile (otro sitio donde deben estar los inquilinos acostumbrados a ver a turistas con cara de tontos con las narices pegados a los cristales de su portal), nos dirigimos finalmente al Mercado de San Telmo, un antiguo mercado recuperado para goce del turista, donde se han especializado en todo tipo de souvenirs locales y nacionales (lo típico de llaveros, imanes, carteles, etc) con alguna tienda de artesanía más o menos cuqui y muchos bares/restaurantes/tascas/tugurios donde asan de todo y se lo lanzan a los turistas apelotonados frente a sus mostradores como focas en el acuario del zoo.
Y como no sabemos resistirnos al olor de unas brasas, picamos y pedimos un choripán, que viene a ser como el típico bocata de panceta o longaniza que te tomas en el Puerto de Navacerrada en invierno. Lo que no sabíamos es que estábamos tomando ... (redoble de tambores)... ¡el choripán asesino! (chan chan chan chán, música dramática terrorífica).
Hay fotos de nuestro momento del antes. Mejor que no haya fotos del después. Nos sentó como un tiro. No sé de qué estaba hecho, pero eso cerdo, o lo que fuera, se vengó de nosotros pero bien. Vamos, que acabamos lo cuatro revueltos. Menos mal que un dios bondadoso se apiadó de los cuatro panolis del choripán, y al salir del mercadillo, que estaba lloviendo a mares, nos encontramos enfrente un restaurante vegetariano, "Vegetariana", que solo le faltaba ser iluminado por un rayo celestial que nos guiara hacia ese paraíso terrenal que nos salvó de estar toda la tarde acordándonos del maldito choripán.
Nada más entrar en "Vegetariana", Alberto, el dueño, hijo de zamorano, nos acogió con un calorcito hogareño que nos revivió. Y ya terminamos de resucitar, y de quitarnos el frío y el recuerdo del choripán asesino, con unas sopitas de verdura, unos zumos de zanahoria y unos aperitivos que no sé muy bien de qué estaban hechos pero que estaban riquísimos y sentaban divinamente.
Así, que Alberto, gracias. Gracias a ti, a Eva la cocinera y a Tamara que nos atendió, porque nos salvaron ese mal momento choripanesco con tormenta. Todo esto acompañado de buena conversación y música relajante. Un remanso de paz.
Con las energías limpias y renovadas, y con el sol saliendo de nuevo, fin de la visita a San Telmo visitando la famosa Plaza Dorrego, donde se colocan los puestos de artesanía, se montan espectáculos de tango y un cartel a la entrada te indica que en septiembre de 1816 el pueblo de Buenos Aires se reunió allí para reafirmar la Declaración de la Independencia (promulgada el 9 de julio de ese año en el Congreso de Tucumán).
Lo que se aprende en estos viajes: datos históricos y a no volver a pedir choripanes en cualquier lugar. Sabios consejos...
Menos mal que luego nos vino a ver la Virgen y pudimos arreglar la tarde.... besos a todos por allí!!
Como pille a ese choripan.. le canto las cuarenta! Qué ruta más bonita! Quino recibió el premio Príncipe de Asturias y, en homenaje, Mafalda también tiene su banco en un parque de Oviedo. Esta es más pequeñita!
A saber lo que comisteis.....el "choripán asesino ", ja, jaja!
Ohhh Mafalda, mi idol@ 😍 El mercado me recuerda al de San Miguel, en Madrid, una pena que no siga siendo un mercado tradicional, pero si para salvarlo hay que vender souvenirs y esas cosas asesinas je je, pues bien.
¡Vaya paseo más chulo!