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Diarios de caravana (II). Lagos de Mackenzie

  • Foto del escritor: María Verdú Aguilar
    María Verdú Aguilar
  • 18 nov 2023
  • 4 Min. de lectura

Hemos llegado a una las zonas que se consideran de imprescindible visita en Nueva Zelanda: los lagos Pukaki y Tekapo (cuenta la leyenda que así se llamó tras una discusión de una pareja maorí que claramente ganó ella), situados en el sur de la isla, en el Distrito de Mackenzie, dentro de la Región de Otago.


Lo ratificamos: imprescindible. Era cierto que aún nos quedaba mucha belleza por descubrir. Esta zona tiene un cielo especial, muy limpio y azul. Es tan claro y hay tan pocas poblaciones en la zona, que por la noches se puede contemplar un mar de brillantes estrellas tan claramente que parecen poder tocarse con la punta de los dedos si te estiras un poco. De hecho, al lado del lago Tekapo se encuentra el Observatorio del Monte John, al que dejan subir a los turistas para disfrutar de las vistas durante el día, porque por la noche se lo quedan para ellos los astrónomos suertudos que trabajan en un entorno tan maravilloso, en alguno de los cuatro observatorios que tienen en esa cima.

Al igual que nos ocurrió en la Gargante del Hokitika, el color del agua de este lago no es el del azul normal al que estamos habituados. Es un azul tan intenso que parece que esté trucado. Y a esta preciosidad de color hay que sumarle el escenario del fondo, una cadena montañosa impresionante, que abarca un arco de 180º, con el Monte Cook como rey dominante, con su característico pico nevado.

Del lago Tekapo, aparte de las preciosas vistas, merece la pena asomarse a la Iglesia del Buen Pastor (Good Shepherd) que construyeron en honor a los primeros colonos de esta agreste zona. Se trata de una iglesia de piedra, muy pequeñita y antigua pero perfectamente conservada, justo a orillas del lago, simbolizando la austeridad y fortaleza necesaria para poder llevar a mediados del siglo XIX la vida en los primeros asentamientos de europeos en estas duras y frías tierras de Mackenzie.

El otro gran atractivo (Marcos y David añadirían también unos estupendos columpios, tirolinas incluidas, a orillas del lago) es esa subida al Monte John, donde aparte de las vistas 360º que ofrece, hay una cafetería "con el mejor café del mundo", según la publicidad. Bueno, esto es como lo de la "ascensión fácil" al Monte Iron en Wanaka. No hay que creerse todo lo que uno lee. Eso sí, el chocolate que se pidieron los niños, aparte de estar rico (según ellos, que a mí no me dejaron llegar a catarlo) lo decoran con mucha gracia, con un dibujito de Saturno, muy propio de una cafetería de observatorio astronómico.


El otro lago, el Pukaki, es igual de impresionante que el Tekapo. Son como dos lagos hermanos, uno al lado del otro. Las vistas que hemos podido tener por la carretera que recorre el lado occidental del Pukaki, acercándonos al Monte Cook, son indescriptibles. No vamos a gastar "tinta". Vamos a dejar que las fotos hablen por sí mismas (y las fotos no se acercan ni de lejos a la belleza que se contempla in situ).

Esta carretera con vistas llega hasta la base del Monte Cook (el pico más alto de Nueva Zelanda), donde se divide en dos, para acercarte por senderos a la montaña por unos de los dos valles: el Tasman o el Hooker. Es como los libros de elige tu propia aventura. Hay que decidirse por uno de los dos caminos en ese momento y ver si has acertado. Por todo lo que habíamos leído, parece que el Hooker, en días despejados como era el caso, era la mejor opción.


El Hooker Valley Track es un sendero de ida y vuelta con un total de 10 kilómetros que discurre sin desniveles por todo ese valle, siguiendo el curso de un río que se cruza hasta en tres ocasiones por puentes colgantes que suben y bajan a cada pisada como si estuvieras en una cama elástica (no apto para aprensivos).

A lo largo del camino se puede ver el Glaciar Müller (también muy alejado), el río que proviene de ese mismo glaciar, y al fondo el majestuoso Monte Cook, al que te vas acercando paulatinamente, viéndolo en días claros como el que tuvimos refulgir con sus laderas nevadas, mientras el resto del valle se iba ensombreciendo con la caída del día. El Cook se queda solo en el escenario iluminado por los focos como actor principal.

En un principio, como queríamos ese día alejarnos de los lagos para ir más hacia el sur de la isla, no íbamos a hacer la ruta entera, sino solo un primer tramo. Pero hablamos con unos chicos que nos dieron a entender que estar ahí y no terminar la ruta era del género tonto y que merecía mucho la pena llegar hasta el final, hasta el lago Hooker, a los pies del monte Cook. Así que, con adaptabilidad total, decidimos en ese momento quedarnos una noche más en nuestro camping de los lagos, en la población de Omarama (que significa "lugar de la luz de luna", porque ya los maoríes vieron que lo de este cielo por la noche no es normal) y poder así terminar la ruta de 10 kilómetros con calma.


Los niños se portan como jabatos. Mira que hemos tenido momentos pesados y cansados, y no ha habido ni una queja por el momento. Aguantan más que los padres. Además, para ellos no son 10 kilómetros, sino 15, porque no hacen más que ir y venir corriendo por el camino, salirse de la senda para subirse a una roca o ver una planta... Qué envidia de batería nuevecita que tienen.

Cuando llegamos a la caravana ya se estaba poniendo el sol, y, especialmente en ese valle, se notaba el biruji. Pero biruji para nosotros, que vamos con abrigos y gorros como si participáramos en la expedición de Amundsen, porque los neozelandeses tienen otro termostato, que van con sus pantaloncitos cortos de verano y chanclas como si nada. Lo más exagerado que vimos, que no nos lo podíamos creer, fue a una pareja a las 7 de la tarde, ya con el sol caído, y un viento frío como un témpano, darse un chapuzón en el río que desciende del glaciar. Tal cual lo escribo, no es inventado.


Ahora a seguir rumbo al sur de la isla, donde dicen que hace más fresquíbiri si cabe. Y eso que estamos prácticamente en verano. En fin, no podía ser tan perfecta Nueva Zelanda.


2 Comments


msevillanov
Nov 19, 2023

Ay!..nosotros tambien fuimos a la iglesia del Buen Pastor...pero no al Monte Hook....habrá que volver!!

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José María Verdú
José María Verdú
Nov 18, 2023

¡Qué maravilla de fotos y de viaje! ¡Qué envidia nos estáis dando! Disfrutadlo 😘

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