top of page

Caravana y manta

  • Foto del escritor: María Verdú Aguilar
    María Verdú Aguilar
  • 10 nov 2023
  • 6 Min. de lectura

Aterrizamos en la Isla Norte de Nueva Zelanda (Te Ika a Maui, en maorí) tras doce horas de vuelo desde Santiago de Chile, en la ciudad de Auckland, que no es la capital del país, pero sí de las ciudades más importantes y pobladas.


Auckland ha servido para reubicarse (hemos pasado de golpe a estar 16 horas adelantados al horario que teníamos en Chile) y para planificar nuestro próximo gran reto: viajar en caravana por la isla sur neozelandesa.


Tras pasar un par de días en Auckland, que aprovechamos para ver llover, hacer una caminata hasta la Sky Tower que domina el centro de la ciudad y pasear por un precioso parque al lado de nuestro alojamiento con lagos, cisnes negros, patos y todo tipo de aves acuáticas, tomamos un avión hasta Christchurch, "capital" de la isla sur, donde nos esperaba "la fregoneta": una caravana que hemos alquilado para las próximas dos semanas, con la que pretendemos recorrer gran parte de esta isla.


Llegamos con la lengua fuera in extremis a la oficina de alquiler a recoger el vehículo. Era sábado, y estaban a punto de cerrar, así que la señora, con profesionalidad pero con la impaciencia propia del momento, nos enseñó deprisa y corriendo los rudimentos básicos de la caravana, nos dio las llaves, y ahí nos dejó con un bicho de 6 metros de largo por 3,20 de alto. No es ni mucho menos de las grandes, pero para mí está siendo como conducir un camión.


Además, es verdad que la señora se aplicó en enseñarnos los rudimentos básicos de nuestro nuevo hogar rodante, pero lo hizo a toda pastilla, y en el inglés de aquí, que no es el inglés amable de nuestro peludito extraterrestre Muzzy, sino más bien el de un Muzzy alcoholizado y con conmoción cerebral tras estrellar su nave, así que el nivel de entendimiento era limitado. Tantas horas y dinero invertido en clases de inglés para esto. Qué lástima, de verdad. María y yo nos mirábamos de reojo como diciendo "espero que lo hayas entendido tú, porque lo que soy yo...".


Aquí os dejamos un enlace para valorar vuestro nivel Kiwi-English: https://www.youtube.com/watch?v=XBMxu6pQn40


Lo bueno que sacamos es que la señora nos dijo que, entre mi cara de susto y la tormenta que venía, antes de lanzarnos a la carretera era mejor opción quedarnos en un camping ahí al lado, de nombre "Desmond" según mi súper oído, de nombre verdadero "Tasman".


Y fue un gran consejo. Conducir un vehículo nuevo, de estas dimensiones, por la izquierda, necesita un poco de práctica. Ya me costó hasta llegar al camping. Menos mal que tengo una super copiloto que me indica y me explica con paciencia que no son los demás los que van mal y que haga el favor de ponerme a la izquierda.


Este tipo de campings, que se llaman "Holiday Parks", están por toda NZ, y son una maravilla. Están preparados con parcelas para tiendas de campaña, coches, caravanas... Tienen incluso habitaciones y cabañas. Son muy asequibles de precio y te ofrecen todas las comodidades que puedas necesitar. Menos mal, porque ya me estaba viendo sin una ducha en dos semanas.


Además, nos tocó premio, porque resulta que este Holiday Park de Christchurch, es uno al que acuden los "caravaneros" la noche antes de partir en avión a sus casas, al ser esta una de las principales ciudades de la isla sur. En consecuencia, dejan en una estantería todo aquello que no se van a poder llevar: jabones, detergentes, comida... Y ahí estábamos nosotros al quite, que solo nos faltaba el collar plumado de los buitres alrededor del cuello. Pero con la tontería pudimos conseguir todas esas cositas que vienen bien y que da rabia comprar por solo dos semanas, porque te va a sobrar mogollón.


Así apañados, pasamos nuestra primera noche de caravana. Un show montar las camas. Bueno, un show todo. La "parte de vehículo" de la caravana, más o menos estaba controlada, pero la "parte de casa", ni mucho menos. Ahí estuvimos viendo tutoriales de YouTube hasta sangrarnos los ojos. Que si la carga de batería para los electrodomésticos, que si el funcionamiento del lavabo, que si la apertura de los fuegos para cocinar... Un mundo desconocido se iba abriendo ante nosotros.


Pues eso, que con falta de espacio y de luz nos pusimos a convertir la zona de pasajeros en dormitorio. Y con la paciencia que me caracteriza, creo que aquí tuve pensamientos y palabras gruesas para el que inventó la caravana, para Edmund Hillary, Russel Crowe, los All Blacks, y todo neozelandés que cruzó por mi mente. Maldije también que mi profe de inglés no pronunciara como una alcohólica accidentada para haber podido entender las explicaciones en la oficina de alquiler.


Pero bueno, nos vamos haciendo poco a poco. Tras rogarme María que me fuera a dar una vuelta por toda la isla sur y volviera más calmado, consiguió ella hacerse con el tema y pudimos dormir en horizontal, que no es poco pedir para una primera noche.


Al día siguiente nos tocaba desplazarnos de costa a costa para comenzar nuestro recorrido turístico por la West Coast. Y creo que la DGT debería darme 5 puntos más de carnet y un abrazo sentido por lo que tuve que pasar. Ese día llovió lo que no hemos visto llover en meses. A eso le sumas conducir un vehículo más grande y pesado de lo habitual, estar en una ciudad desconocida y que, además, ha decidido, vete tú a saber por qué, que se circula por el carril izquierdo. Aún tengo las manos en forma de garra de águila de lo fuerte que apreté el volante. Pero he de decir, que tras la dificultad inicial, poco a poco me fui haciendo y ya no conduzco tan tenso.


El destino final mereció la pena, porque pudimos alojarnos en uno de estos Holiday Parks en Greymouth, en unas instalaciones estupendas pegadas a una gigantesca playa de piedras en el mar de Tasmania, que no sé por qué efecto óptico se ve inmenso, majestuoso. La verdad es que no es un mar que invite al baño, pero sí a la contemplación, con un oleaje bravo que te hace sentir minúsculo.

Desde Greymouth hemos podido hacer dos de las excursiones imprescindibles de todo turista: la Garganta del río Hokitika y la contemplación de las Pancake Rocks en Punakaiki (Retener estos nombres maorís nos está costando. Les llamamos de todas las formas: "Hotikaka", "Hotikika" ", "Punikiki"....).


La Garganta del Hokitika es un desfiladero por el cual el río Hokitika fluye y donde han habilitado un cómodo sendero que transcurre en medio de bosques de helechos gigantes y vas cruzando varias veces el Hokitika por puentes colgantes, al más puro estilo Indiana Jones en el Templo Maldito.

Lo destacable de este río es el color del agua, fruto de los sedimentos que arrastra y de agua proveniente de glaciares. Es de un azul turquesa hipnotizador.


Tras embelesarnos con el color del agua y tomar fuerzas en la cocina comedor de nuestro coche-casa, pusimos rumbo a Punakaiki, siguiendo la carretera costera, que ofrece unas vistas espectaculares durante todo el trayecto del mar de Tasmania.


En Punakaiki se encuentran las denominadas Pancake Rocks, que son una curiosas formaciones rocosas inmensas que se han ido haciendo a capas, y dan la impresión de ser gigantescas montañas de tortitas apiladas. Nos imaginamos el hambre que debía de tener en ese momento el que les puso el nombre.


También en este sitio tienen habilitado un camino que te va llevando por el borde de los acantilados costeros para que puedas contemplar las Rocks. Nos recordó, por hacer una ligera idea visual, a las formaciones que se pueden visitar en la playa de Las Catedrales, en Ribadeo, con el añadido de ver estratificada la roca. Al igual que en esa playa gallega, aquí también merece la pena la visita en marea alta, porque se puede contemplar como entra y golpea el agua el interior de las rocas, con mucha fuerza, e incluso produce en algunas zonas "géiseres", es decir, que por algunas grietas de las zonas superiores del acantilado salen chorros de agua vaporizada, como si fuera humo, producto de la fuerza con la que la ola golpea en la base de la roca.


Por el momento, esto es lo que hemos podido visitar de NZ. Poco a poco vamos aprendiendo a manejarnos en la caravana. Ya conseguimos preparar las camas sin jurar en arameo, y hasta hemos ido descubriendo pequeños secretos ocultos que nos van mejorando la vida, como que había un calefactor en un rincón insospechado del vehículo, que se agradece por las mañanas, tras amanecer en un coche que ha permanecido toda la noche a la intemperie en estas latitudes. Vamos progresando.



4 comentarios


Carmen Verdu
Carmen Verdu
12 nov 2023

Que por qué conducen por la izquierda? Para dejar libre la mano derecha para el látigo y para las armas! Seguro que ya lo tenéis dominado!!

Me gusta

msevillanov
10 nov 2023

Como nos recuerdan las fotos a cuando estuvimos nosotros...ese color en el agua no lo hemos visto (aún) en otro lugar.

Seguir disfrutando de todos los rincones que ofrece la isla.

Un abrazo gordo para todos de nuestra parte

Me gusta

ELENA RUIZ CONTRERAS
ELENA RUIZ CONTRERAS
10 nov 2023

Me parto con la Caravana!!!! Me imagino a María pidiéndote que te vayas a dar un paseo jajaja, pero me choca con lo paciente que eres Diego!!!!


Me gusta

José María Verdú
José María Verdú
10 nov 2023

Ya tiene que ser difícil hacerte con un vehículo de 6 metros de largo y 3 de alt, con lluvia fuerte y encima por la izquierda!!! Y con el jet lag aún coleando….pero me alegro mucho que tras las claras explicaciones en inglés kiwi😀 lo hayáis conseguido. Tiene que ser toda una experiencia ir por todos esos parajes tan maravillosos que estáis visitando. Las fotos, como siempre, espléndidas. Un abrazo

Editado
Me gusta

© 2023 por VIVIENDO UN RATO

bottom of page