Bosques, lagos y renos voladores
- Diego García García
- 25 jul 2024
- 12 Min. de lectura
Tras meses partiéndonos la cabeza con el cambio de moneda, que si pesos, dólares, yenes, dongs, etc. volvemos a nuestros amados euros en Helsinki. Aunque cuando ves la cifra marcada en la etiqueta del producto te dan ganas de preguntar "¿pero esto en euros cuanto es?" de lo caras que son algunas cosas por la capital de Finlandia.
Suomi ("Finlandia" para los locales) es un país lleno de bosques y lagos conocido por ser el hogar de Papá Noel (Joulupukki) y un magnífico observatorio de preciosas auroras boreales. Me temo que, al haber venido en pleno verano, nos vamos a ver privados de la belleza de tal fenómeno meteorológico, pero nadie nos va a impedir hacerle una visita a nuestro querido amigo de Laponia.
Helsinki no está situada tan al norte como para encontrarse dentro del Ártico, pero sí lo suficiente como para que se vea afectada por larguísimos días en verano y noches eternas en invierno.
La claridad continua, la falta de oscuridad, ha sido de lo que más nos ha llamado la atención este tiempo que hemos disfrutado en Finlandia. Llevamos un mes sin ver la noche. El sol se pone, pero no se va muy lejos, sino que se mantiene un atardecer continuo a lo largo de toda la "noche". Como las persianas aún no han llegado a este país, y las cortinas, por muy espesas que sean no llegan a su nivel, dormir en Helsinki en verano desubica muchísimo. Abres el ojo y no sabes si son las dos o las siete de la mañana, pues no cuentas con la ayuda de la luz para situarte. Y si no, que se lo cuenten a un gallo que tienen nuestros vecinos, que está ya medio tarado y canta a cualquier hora.
Entre la luz, el gallo y los gatos que cuidamos empeñados en dormir en nuestras camas, no hemos tenido un sueño reposado en semanas. Al menos, para compensar este desbarajuste de nuestros ritmos circadianos, la casa ha resultado ser muy acogedora.
En esta casa cuidamos de una perra (Mulva) y dos gatos (Chewie y Leia). Chewie, abreviatura de Chewbacca, tiene un maullido graciosísimo que se asemeja a la respuesta que daría una bisabuela centenaria a la que le dices que el médico le ha prohibido que continúe bebiendo anís: "ñiiiá".

La casa esta ubicada en una tranquila urbanización en Espoo, la segunda ciudad más poblada de Finlandia después de Helsinki, de la cual se encuentra bien comunicada a unos 30 minutos de metro.
Espoo es una ciudad de casitas bajas, agrupadas en distintas urbanizaciones integradas en mitad de mucha naturaleza, así que los paseos con la perra resultaron muy agradables, entre árboles muy altos de bosque finlandés y lagos, que están por todas partes en este país (de hecho, Finlandia es conocida como la tierra de los mil lagos, y se quedan cortos, pues calculan que tiene decenas de miles).
Esta estancia, al igual que pasó en Montreal, ha sido larga y ha servido para recuperar un poco de fuerzas y poder hacer vida casera. El hecho de poder sacar ropa de la maleta y poder meterla en cajones durante más de dos días se ha convertido en un auténtico lujo y placer.


Para los niños ha sido un descubrimiento una biblioteca cercana que no solo tiene libros, películas y música para tomar en préstamo, sino que ofrece toda una parte dedicada a juegos de Lego, billar, ping-pong y varias pantallas con videojuegos. Mis hijos casi terminan con luxación de pulgar de tanto que han jugado al "Mario Kart".
También aquí se pueden imprimir figuras en 3-D, que unas cuantas nos llevamos, así como tejer en alguna de las máquinas de costura que tienen, practicar tus habilidades artísticas en la sala de pintura, o si te cansas, prepararte un café en una cocina contigua.

Los espacios de lectura son muy acogedores, intentado dar un ambiente cálido y confortable, como si fueran el salón de una casa, con sus sillones, lámparas, alfombras, etc. Y si a eso le sumas que todas estas ideas se llevaron a cabo tras preguntar en una encuesta a la población de Espoo cómo les gustaría que fuese su biblioteca, y que está realizada con material reciclado (por ejemplo, la moqueta viene de redes de pescadores), tienes el fruto de la típica imagen de sociedad del bienestar escandinava.

Esta biblioteca no es nada comparada con la modernísima Biblioteca Central Oddi, alojada en un edificio de arquitectura vanguardista en el centro de Helsinki. En el exterior tenían canchas de baloncesto en cuyos laterales había una mesa de mezclas que los más jóvenes utilizaban para amenizar el partido de sus colegas. Y si se aburren de jugar al baloncesto o de pinchar, pues piden prestado un skate para darle un rato a las cuatro ruedas.
En el interior se prestan instrumentos musicales en perfecto estado de conservación que puedes tocar en salas insonorizadas para la ocasión y que cuando te sientas suficientemente preparado puedes pasar a alguna de las salas de grabación que tienen para lanzar tu disco a la fama.
Salas de ordenadores con programas de diseño digital, salas de reuniones con proyectores para tus grupos de trabajo o cualquier evento que quieras organizar... si no lo vemos, no nos lo creemos. Quien quiera hacer algún proyecto, que no sea por falta de medios. Y como alternativa de ocio joven es una pasada y una maravillosa iniciativa.
Nuestra estancia no ha sido solo biblioteca y paseos perrunos. También hemos podido hacer planes chulos por Helsinki, una ciudad muy abarcable en la que todo lo turístico se encuentra encerrado en un puño.
Visitamos la Plaza del Senado, donde se encuentra la Catedral de Helsinki (en obras, para no perder nuestra tradición de encontrar los monumentos en reformas), construida en honor al zar Nicolás I. En el centro de esta misma plaza se encuentra la estatua dedicada a su hijo, Alejandro II. El motivo de tanto zar en pleno centro de Helsinki es que fue durante la pertenencia de estas tierras al Imperio ruso cuando se designó a Helsinki capital del país.

Finlandia perteneció al Reino de Suecia, que estuvo largo tiempo a tortas con el Imperio ruso, el cual terminó anexionándose este territorio bajo el dominio del zar durante 100 años (desde principios del siglo XIX hasta la revolución bolchevique), momento de inestabilidad que aprovecharon los finlandeses para obtener su independencia en 1917.
Aún puede apreciarse este legado sueco y ruso. Todos los carteles oficiales, los anuncios por megafonía, el nombre de las localidades, etc., están tanto en finés como en sueco. En las bibliotecas hay muchos libros en ruso, un idioma muy familiar entre la población finlandesa. No sabemos cuántos idiomas hablarán hoy día, pero podemos asegurar que el inglés es también uno de ellos. Todo el mundo con el que nos hemos encontrado se expresaba en un nivel muy alto, hablado con toda naturalidad y sin dificultad alguna.
Volviendo a nuestra excursión por Helsinki, de la Plaza del Senado se accede rápidamente al puerto original de la ciudad, donde se encuentra el antiguo mercado cubierto de la ciudad, convertido hoy más en una atracción turística que en un auténtico mercado.
Este antiguo mercado conserva la estructura y la decoración de los puestos originales, de madera, muy bonitos, con todo muy bien colocado, con cafeterías y productos gourmet, pensados más para los pasajeros de los grandes cruceros que atracan en su puerto que para el público local. Aparte del omnipresente rollito de canela, venden en este particular mercado productos tan "sofisticados" como carne de reno o de oso, así como salmones y arenques preparados de todas las formas posibles e imaginables.
Desde el mercado se divisa la bella catedral ortodoxa Uspenki, que domina desde un promontorio toda la zona de las embarcaciones ancladas en el puerto, preciosa con sus techos verdes, cúpulas doradas y ladrillo rojo.

La ubicación de esta catedral es un magnífico lugar desde el que admirar la Tall Ships Race 2024 (Regata de Grandes Barcos), una competición anual que celebra cada edición en diferentes puntos del Globo. Este año tiene lugar en el Báltico y tuvimos la suerte de que pasara por Helsinki, tras haber partido de Lituania, para después continuar su itinerario hacia Estonia y Polonia como destino final. Este evento nos ha permitido ver veleros y buques antiguos con sus tripulaciones uniformadas visitando los diferentes rincones de la ciudad.

Había barcos de varios tamaños, algunos de ellos enormes, con mástiles de más de 40 metros de altura, que si ya impresionaba verlos con las velas plegadas, no nos queremos imaginar lo que debe ser verlos (o mejor aún, ir en uno de ellos) mientras navegan.
Procedían de muchísimos países, especialmente de aquellos por los que este año pasa la regata, pero también de otros como Bélgica, Hungría, Países Bajos... también había un español en la carrera, el "Pascual Flores", construido en 1917 en Torrevieja, antes de que se dedicasen a hacer apartamentos para los concursantes del "Un, Dos, Tres".
Uno de los más impresionantes que vimos fue el buque escuela "Guayas", un "Juan Sebastián Elcano" ecuatoriano, precioso, construido en los astilleros de Bilbao en 1977, y que se dedica a surcar los mares y a enseñar a los cadetes de la Marina de Ecuador las técnicas de navegación.

Desde este mismo puerto donde se encontraban los veleros y buques zarpan los ferrys hacia Suomenlinna, una fortaleza que el Reino de Suecia enclavó a lo largo de seis islas que se encuentran a la entrada de Helsinki para proteger la ciudad de los ataques del Imperio ruso. Cuando la construyeron los suecos la llamaron Sveaborg, "fortaleza sueca", pero tras la independencia los finlandeses la rebautizaron en un alarde de originalidad como Suomenlinna, "fortaleza finlandesa". Muy patrióticos, pero no se puede decir que se exprimieran el limón.


Lo que antes fuera fortaleza y barracones para guarnición de tropas y almacenamiento de material militar, se ha convertido ahora en casas enormes con mucho encanto en las que vive gente viendo pasar por delante de su ventana cada día a millares de visitantes, pues esta es una de las principales atracciones de Finlandia.
Para no perderse por los innumerables caminos que surcan la isla, hay un itinerario marcado que te lleva por los principales puntos de interés.
Nada más desembarcar comienza el sendero que lleva hasta la Puerta del Rey, símbolo icónico de la isla, donde en el siglo XVIII el Rey Adolfo Federico de Suecia ancló su barco y desembarcó para inspeccionar las obras y ver en qué se estaban invirtiendo los dineros de la Corona.
A lo largo de ese camino se ven los antiguos barracones reconvertidos en tiendas y restaurantes, así como los almacenes y troneras desde donde disparaban los cañones. Hay toda una batería de cañones que emplazaron los rusos (cuando arrebataron Finlandia al Reino de Suecia) para disparar contra la Armada anglo-francesa durante la Guerra de Crimea.
Coincidió nuestra estancia suomi con el cumpleaños de Marcos, así que a pesar de encontrarnos muchos sitos cerrados por el solsticio de verano, una festividad muy importante donde familiares y amigos se reúnen en el exterior en plan picnic para disfrutar del día con más luz del año, pudimos celebrar el cumple en Linnanmäki, el parque de atracciones de Helsinki, con mucha historia en su haber.

Linnanmäki tiene desde los años 50 del siglo pasado una de las montañas rusas de madera más antiguas del mundo, la Vuoristorata.
Esta atracción tiene que ser conducida por un operario especializado tras semanas de entrenamiento, el Jarrumestarit ("El Maestro del Freno"), quien se sitúa de pie en el último vagón con un enorme freno manual que va aplicando según la pendiente sube o baja aprovechando la inercia y la gravedad. De esta manera, el Jarrumestarit proporciona la velocidad adecuada para que sea una experiencia divertida y evita que los vagones no descarrilen.
Yo quiero pensar que a estas alturas debe haber algún mecanismo de emergencia que salte en caso de que el Jarrumestarit tenga un mal día, pero eso es algo que no pone en ningún sitio, sino que es una asunción mía que mi mente elabora para mi tranquilidad y reducir así los niveles de ansiedad.


Hay fotos antiguas de las épocas iniciales del parque, en blanco y negro, con niños y adultos vestidos de manera más elegante de lo que vamos a las bodas hoy día. Llama la atención el contraste de estas personas, sin duda de la clase adinerada de la ciudad, disfrutando de un día de parque de atracciones con trajes y corbatas, comparada con la indumentaria actual de gorras y pantalones cortos... La elegancia del vestuario del domingo ha caído en picado.
Se trata de un parque pequeño, comparado con los actuales sitios mastodónticos de la Warner, Disney o Universal, pero con suficientes atracciones de todo tipo para todas las edades y gustos en lo que adrenalina se refiere. Además, al estar en un espacio abarcable, no resulta tan agobiante o cansado como cuando vas a esos otros parques temáticos que parece que vas a necesitar toda una semana para verlos enteros.
Esto hace que las colas sean muy razonables, de no más de diez o quince minutos como mucho, e incluso en ocasiones han podido bajarse los niños de una atracción e ir corriendo a montarse de nuevo directamente en la misma (así estuvieron la última hora y media en la antigua montaña rusa de madera. Creo que el Jarrumestarit estuvo a punto de darles con el freno en la cabeza, desesperado de verlos una y otra vez).
Lo pasamos muy bien y a los niños les sirvió para superar límites y sentirse orgullosos de salir vivos de alguna atracción un poco más heavy, satisfechos de haberse atrevido finalmente a subir.

Otro día vivimos uno los momentos más surrealistas del viaje, cuando haciendo una excursión al Parque Sibelius para contemplar el monumento dedicado a este compositor finlandés, a la altura del Café Regatta (un clásico de la ciudad donde venden los mejores rollos de canela, calentitos, que se derriten en la boca) nos encontramos con una española a la que le seguía un cámara profesional y una periodista haciéndole preguntas sobre Helsinki y Finlandia. Se trataba de un equipo de "Madrileños por el mundo", quienes al identificarnos como paisanos se lanzaron cámara en mano a grabarnos e inmortalizarnos para la posteridad (próximo estreno en septiembre en las mejores salas de estar).

Tras la experiencia mediática, nos fuimos a una iglesia del centro de la ciudad cuya particularidad es que se encuentra excavada en la roca, no sabemos muy bien por qué, cosas de nórdicos.
Al llegar, no pudimos acceder porque se estaba celebrando una boda. Vimos a los invitados haciendo pasillo esperando a los novios a la salida, con pomperos de jabón en las manos, en lugar de puñadicos de arroz, dispuestos a hacer burbujitas para que quedaran fotos cuquis.
Estábamos ya preparados para aplaudir y aullar un "¡vivan los novios!" cuando vimos que aquí se estila una salida más bien discreta y modosita, por no decir sosa que te mueres. Las maneras bálticas deben impedir susurrar por encima de los 4 decibelios, dar abrazos y besos, así como llorar delante de todos. Con ese poco espíritu no sabíamos si se habían casado o si se les había muerto el gato. Esperemos que luego con el baile y los vodkas la celebración se anime un poco.
No solo Helsinki tiene cosas para ver. Espoo es bastante grande y alberga curiosidades como el EMMA (Espoo Museum of Modern Art) donde contemplamos obras de artistas de vanguardia, la mayoría de ellos finlandeses.
En este tipo de centros siempre surgen los mismos sentimientos al observar las diferentes exposiciones. Algunas de ellas, no sabes si es que te falta la sensibilidad necesaria para entenderlas, conectar con el artista o con el mundo en general, pero te parecen una tomadura de pelo en grado máximo, trabajos difíciles de entender, donde te puede ocurrir, aunque sea algo muy manido, no saber muy bien si forman parte de la exhibición o si el electricista se ha dejado el trabajo a medio terminar. En otras, sin embargo, sí que se aprecia un trabajo detrás y un diseño llamativo, impactante o novedoso, que inspiran y abren un poco la mente, que es de lo que se trata al ir a estos sitios.



¿Y cómo íbamos a ir a Finlandia y no hacerle una visita a nuestro queridísimo Joulupukki en su casa de Rovaniemi? A tan solo 800 km de Helsinki, en la Laponia finlandesa, se encuentra Santa Claus Village, situada en la línea del círculo polar ártico.

Conocer a este hombre que tantas Navidades nos ha alegrado ha sido una de las mejores experiencias de nuestra estancia en Finlandia. Niños y adultos salimos con una sonrisa de oreja a oreja de tanta paz que transmite. Nos confesó que le gustan las galletas caseras y el chocolate caliente (pinta de tomar quinoa no tenía), y con un español bastante aceptable nos preguntó nuestros nombres y edades. Y como sabía perfectamente que Marcos y David se han portado de lujo, les dio un pequeño obsequio de recuerdo que recibimos con mucha ilusión.

Descubrimos también cómo consigue repartir todos los regalos en todo el mundo en tan solo el día de Navidad, y es gracias a un gigantesco y mágico reloj con un mecanismo muy intrincado que consigue detener el tiempo (JK Rowling, eres una "copiota", esto ya estaba inventado).
Antes de despedirse de nosotros, Joulupukki nos pidió que saludáramos a su manada de renos en el exterior, unos animales preciosos y dóciles que se dejan acariciar y que acuden a ti corriendo para comer de unas ramas que te dan a la entrada, de las que toman las hojas pasando toda la boca por ella cual brocheta vegetariana. Fue una sensación muy agradable tocarlos, por su tacto suave y el calorcito que desprenden. Uno de ellos debía ser pariente del mismísimo Rudolph, una cría de color blanco y de cuernos rosados, tan mona que daban ganas de guardarla en la mochila y llevársela a casa.

Para los fans de Eurovisión, Rovaniemi es la casa natal de Lordi, la banda finlandesa de heavy metal que dejó boquiabierto a medio mundo con su estética y su actuación "poco eurovisiva" de 2006 que terminó llevándose el gato al agua. En el centro de la ciudad tienen una plaza con su nombre donde se alza una columna con las manos de los cinco integrantes de la banda inmortalizadas en moldes de cemento seco, tipo Paseo de la Fama de Hollywood.
En Rovaniemi, al encontrarse en el círculo polar ártico, se nota más el sol de medianoche. Hay una absoluta claridad y no termina de anochecer. El sol se esconde un par de horas, y cuando sale, hacia las tres de la mañana, se queda bajito en el horizonte un buen tiempo hasta que decide ascender.

Deseosos de volver a ver la noche y poder dormir sin necesidad de antifaces, emprendemos nuestro regreso hacia el sur. Sur desde el punto de vista finlandés, claro, pues nos vamos a Tallín y Riga, aprovechando que se encuentran a tan solo un pequeño salto de barco desde Finlandia.
Cuántas experiencias!!!
Lo de la montaña rusa antigua es un puntazo
Y, por favor, cuando la saquen, enviadnos la grabación de Madrileños por el mundo! Me encanta!!!
Desde luego que no me extrañaría que decidieran seguiros en vuestro viaje.
Gracias por compartir!!! 😃
Me lo apunto! Tiene todo una pinta estupenda. Un buen destino para conocer, aunque no tengan persianas, jejeje. 😉
Cuántas experiencias para vuestra mochila!! Seguro que tuvo que ser emocionante la visita y la charla con Papá Noel para chicos y grandes! Menos mal que hacéis este blog, porque, en caso contrario, transcurrido algún tiempo, me temo que los recuerdos y las imágenes se entremezclarían y sería muy difícil recordar el qué, cómo y cuándo de las experiencias vividas!